Al igual que las demás partes de nuestro organismo los pies dan señales que nos comunican el estado en el que se encuentran.
No sólo el dolor debe hacernos pensar en la existencia de un problema, sino que hay otros signos que lo delatan, como son la aparición de durezas o callosidades, su localización debe hacernos pensar el motivo que nos las produce y buscar soluciones. No olvidemos frente al común mal entendido, que las callosidades en los pies son algo normales, sino todo lo contrario, la presencia de las mismas nos indica que algo no funciona, bien sea por un problema mecánico, o de origen extrínseco como los calzados inadecuados.
Es de resaltar que la solución a las callosidades no se limita a que nos las quiten, hay que averiguar su causa y corregirla o evitarla, eliminarlas sin más es como hinchar una rueda con un agujero, sería más de lo mismo y empeoraría con el tiempo. Las durezas o callos son infartos de la piel debido a presiones o roces concentrados en puntos muy concretos del pié y dicha presión no permite la correcta irrigación de la zona dérmica, con la consiguiente muerte celular, produciendo lo que es lo que llamamos dureza (tiloma) si es extensa, o callo-clavo (heloma) si es más delimitada, profunda y concéntrica.