PIE Y CEREBRO



La adaptación a la bipedestación tuvo una gran importancia para el desarrollo de la mente
humana. La zona del cortex sensitivo que corresponde al pie es tan grande como la de la
cara, la mano o el tronco. Los neuropéptidos y moléculas mensajeras del sistema
nervioso y cerebro, que hace que se comuniquen las neuronas entre sí, existen en otros
órganos, así como los receptores para ellos. Esto quiere decir que el pie posee un número
de mensajes que puede enviar y recibir tanto como la cara. De este modo la finalidad del
pie se define en relación con el equilibrio, la marcha, la postura, la manera de desplazarse
y la capacidad de enviar información sobre el suelo, y estos no son solo datos para
mantener el equilibrio, sino información vital para su seguridad e integridad física, ya que
los homínidos y los primeros humanos se desplazaban descalzos.

Por otro lado la evolución mas reciente del pie humano produjo el desarrollo de los arcos,
como eficientes brazos de palanca para dar cada paso. La estabilidad del ser humano
actual es varias veces mayor que la de sus antepasados. El pie humano contrasta con los
pies de casi todos los animales que son morfológicamente muy semejantes con sus
manos. Sin embargo la mano del homo sapiens se caracteriza con la posición del pulgar
teniendo en el cortex cerebral una zona exclusivamente para la función del mismo. Lo que
permite la movilidad singular de presión del pulgar y con cada uno de los dedos restantes.
Mientras que los primates solamente pueden realizar la función de presión con el conjunto
de la mano. La bipedestación no solo permitió la capacidad de caminar y correr con
eficacia sino que además permitió dejar libre las manos para cargar alimentos, crías y el
desarrollo de la inteligencia creativa, gracias a ello apareció la cultura y la civilización que
condujo a las organizaciones sociales.